Esa es la pregunta poético/política que parece hacernos el gobierno norteamericano en el avión de camino a Estados Unidos. La cuestión es cuando eso ocurre al contrario, cuando viajeros de países hegemónicos viajan a la periferia, entonces el turista puede convertirse en una especie de terrorista cultural cuya presencia promueve la estereotipación de “otras culturas”. Es cierto, el nacionalismo ya había comenzado ese movimiento con otros fines. Y a estas alturas es del todo incorrecto defender cualquier tipo de pureza recalcitrante, ya hemos aprendido que tanto las identidades como la cultura deben ser comprendidas como algo performático, siempre en movimiento y no como tradiciones inamovibles.
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sábado, 27 de noviembre de 2010
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